La importancia de la actitud al recibir un masaje

5.02.2014 Categorías: Bienestar Clientes
La importancia de la actitud al recibir un masaje

Después de unos cuantos años de experiencia dando masajes cada vez tengo más dudas y menos certezas. La cantidad de variables con la que trabajo cada día volverían loco hasta al físico cuántico más renombrado y, a pesar de todo, creo que hago un buen trabajo.

Cuando alguien entra por la puerta de Ultreia normalmente me hago un croquis mental sobre cuál puede ser su problema, incluso antes de que empiece a hablar. La actitud de la persona al dirigirse a mi, cómo se mueve, si sonríe o no, me da pistas de cómo se encuentra y qué es lo que puede necesitar. Parte de lo que he intuido se viene abajo en cuanto empieza a hablar y otro tanto en cuanto se tumba en la camilla. Al final, sólo queda una pequeña parte de todo ese esquema que me había hecho pero es extremadamente importante. Con esa pequeña información es con la que empiezo a trabajar, pero desde el primer momento que pongo las manos y comienzo el masaje, el cuerpo ya me está dando la información que 10 minutos antes me habían negado las palabras, la forma de vestir, la expresión facial…

Y aquí es donde empiezan las infinitas variables. Y no hablo de cadenas musculares, ni de acortamientos, ni de la relación que tiene el modo de pisar con un dolor cervical (esto es otro tema también muy complejo pero delimitado, simplemente hay que leer mucho e hincar codos). Hablo de la actitud que tiene cada persona al recibir un masaje,  de la VERGÜENZA de mostrar el propio cuerpo y las emociones contenidas ante alguien al que no se conoce. Y éstas últimas son las que normalmente dan mas reparo a pesar de que somos conscientes de que una liberación física es el paso natural que sigue a una liberación emocional.

La actitud al recibir un masaje. Qué debes hacer.

Entonces, ¿cuál es la actitud que debe tomar una persona al recibir un masaje para que éste sea lo más agradable y efectivo posible?

Quiero que comprendáis que estoy hablando de la actitud que se debe tomar, NO de lo que se debe hacer. Porque en realidad no hay que hacer NADA (a no ser que sea necesario adoptar algún tipo de posición adecuada y, en ese caso, lo suelo pedir), simplemente estar y sentir el propio cuerpo.

Hablar lo justo y necesario. En el caso del receptor si está incómodo, si tiene frío o calor, si la música no es de su gusto, etc. En mi caso, suelo hacer alguna pregunta relacionada con el masaje.

Relajarse, intentar desconectar de lo que hay de puertas a fuera y dejarse llevar tanto si es un masaje relajante como si es descontracturante y duele un poquito. Hay que sentir cómo el dolor va dejando paso a una sensación de relajación.

Respirar inspirando por la nariz y espirando por la boca, sobre todo al comienzo, ayuda a relajar cuerpo y mente. No hace falta hacerlo así durante todo el masaje, sólo en momentos puntuales o cuando sea necesario.

Dejarse llevar es lo más complicado. Muchas veces durante un masaje o una sesión craneosacral se comienzan a sentir emociones que la persona que está recibiendo el tratamiento no entiende. Normalmente son ganas de llorar, pero también pueden ser ganas de reír , de gritar, angustia en forma de presión en el pecho, etc. Al no entender el por qué, se tiende a esconderlas pero no es lo más adecuado. Se debe dar rienda suelta a esa emoción, es algo liberador y posiblemente es la causa de algún problema físico.

Simplemente con estas pautas que parecen tan sencillas y son tan complicadas a la vez, haremos de esta experiencia algo liberador y único.

 

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